Lee la reseña de la película puertorriqueña que estrena hoy en las salas de cine.
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La enfermedad del cáncer adopta diversas dimensiones en La Pecera, la ópera prima de la cineasta puertorriqueña Glorimar Marrero Sánchez, que estrena en los cines de Puerto Rico luego de una extraordinaria corrida en una veintena de aclamados festivales como el de Sundance, Málaga, Goteborg, Chipre, Guadalajara, Seattle, La Habana y el pasado fin de semana en el Puerto Rico Film Festival.
Esta íntima propuesta presenta la historia de Noelia (Isel Rodríguez), una mujer que sufre de cáncer metastásico, que decide rehusar todo tratamiento y regresa a la isla, al municipio de Vieques, su lugar de origen, donde reconectará con su madre (Magali Carrasquillo) y amigos, que todavía enfrentan los estragos de la ocupación militar de la marina norteamericana en el hermoso paraíso, mientras continúan buscando residuos de material bélico en sus playas, y enfrentan la contaminación que presuntamente ha provocado cáncer para muchos de sus habitantes.
El sutil guion de Marrero destaca con profundidad las heridas causadas por el colonialismo, el empoderamiento de una mujer desde una óptica vulnerable ante una terrible enfermedad, como una simbólica manifestación de la relación de los Estados Unidos con la isla, que la empuja a abrazar su libertad contra todo pronóstico. Uno de los grandes aciertos de esta coproducción entre Puerto Rico y España es la tridimensionalidad de sus personajes, donde algunos, aún con poca exposición permiten entender su doloroso trasfondo y como, quizás hasta sin líneas, hacen sentir la fortaleza con la que enfrentan sus circunstancias. Sin embargo, es la relación entre madre e hija la que conforma el tronco emocional de esta propuesta. Rodríguez y Carrasquillo nacieron para estos personajes y si nos dijeran que son madre e hija en la vida real, se lo creeríamos. La hermosa química traspasa la pantalla y se queda con el espectador al finalizar de la cinta. Las actrices desnudan sus almas en personajes ricos en matices, de la mano de un texto que sutilmente hilvana detalles de sus historias y su relación, que nos cautiva, haciéndonos sentir su dolor y resiliencia.
La fotografía de P.J. López nos adentra en las consecuencias del cáncer, ya sea en los estragos que causa en el físico de una persona, durante los momentos más íntimos de Noelia, ya sea en la tina del baño, o flotando en el mar, de manera contemplativa para enseñarnos como la enfermedad destruye al individuo y al colectivo en lo físico, social y político. Así como se proyecta en los hermosos escenarios y las idílicas aguas, utilizados como contraste para enmarcar la narrativa, pintada con personalidades que llevan su piel tatuada de estas injusticias. La impecable dirección de Marrero amarra todos estos elementos técnicos efectivamente, para conectar emocionalmente con las audiencias a través de Noelia y la universalidad de su historia.
En la cinta que sin duda provocará la reflexión, también participa en otra poderosa actuación, Modesto Lacen, junto a Carola Garcia, Maximiliano Rivas y Georgina Borri, entre otros.
No pueden perderse La Pecera, un gran triunfo del cine puertorriqueño, que ya figura entre lo mejor del año, al menos en la lista de este servidor.
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